lunes, 24 de octubre de 2011

¿GALARDÓN A LA CASA CUNA DE VALENCIA?

Hace un par de semanas supimos con cierto asombro que el gobierno Valenciano había otorgado un galardón a una institución que había estado vinculada a algún caso de trobo de bebés en la década de los 50. SARA ORTIZ CUELLAR ha querido recrear el horror sufrido por los padres de una de esas niños.

Casa Cuna
Sara Ortiz

Aún lo recuerdo como si fuera ayer. La forma en la que mi hija, Lucía, me miraba por última vez antes de que se la llevaran a quien sabe qué.
Todo comenzó en 1968. Yo solo tenia dieciseís años, cuando cometí un error enorme, aunque  ese sentimiento cambiara con el tiempo. Quedé embarazada. Sinceramente, no sé cómo llegué a esa situación, no sé que se me pasaría por la cabeza. Supongo que era joven y no tenía en cuenta las consecuencias de cualquien descuido. Así que cuando no tuve más remedio que decirselo a mis padres, me convertí, en la peor hija, adolescente y persona que podía existir (según mis padres y, a veces, según yo mismo).
Solo unos instantes, unos segundos insignificantes marcaron mi vida por completo.
No volví a ver mi casa, ni a mis amigos ni a nadie, cuando mis padres me llevaron  la "Casa Cuna" situada en Valencia a pocos kilometros de donde yo vivía. Aquel sitio se suponía que era un refugio para chicas que habían sufrudo el mismo "problema" que yo. Aún recuerdo la mirada de mis padres al dejarme allí, se podía ver claramente el desprecio en sus ojos.
Aunque no eran los únicos en mirar de esa manera, todas las monjas de la Casa Cuna sentían un desprecio terrible a cada una de las chicas que estabamos allí. Nos trataban como trapos sucios.
Permanecí encerrada en ese lugar los nueve meses que permaneció mi hija en mi vientre. En ese tiempo conocí a personas maravillosas, chicas que tenían muchos conocimientos o grandes talentos. Chicas que tenían sueños, pero que según algunas estaban perdidos.
Yo, al principio, tambien llegué a pensar eso pero creo que tener un niño y tener una vida por delante puede ser de los mayores retos de tu vida y también de los mas bonitos.
La verdad, puedo decir con toda seguridad, que pasé los mejores días de mi vida, allí (sin contar con el nacimiento de mi hija). Lo peor era cuando alguna daba a luz. Algunas morían, otras enfermaban y con ellas su bebé. Al menos era eso lo que nos decian las monjas ya que no volvíamos a ver a ninguna de las chicas. Así que, poco a poco, fui perdiendo amigas.
Ya pasados los nueve meses, el día que rompí aguas y sentia que ya venía mi hija, noté una gran tristeza en mi interior. Se acababa todo y no sabía lo que me esperaba. Solo estaba mi hija, mi gran consuelo. No quería separarme de ella por nada del mundo, sentía que la amaba con todas mis fuerzas ahora que estaba en el mundo. Era mi niña, solo mía.
El parto fue muy duro, terriblemente doloroso, ya que mi bebé se quedó sin oxígeno durante un instante. Apenas recuerdo nada; recuerdo no oír el llanto de mi hija y sentir una gran presión en el pecho. Recuerdo un mareo perturvador ocasionado por el dolor. Y recuerdo todas y cada una de las letras de aquella frase que me destrozó: una de las enfermeras avisándome de que mi hija había fallecido...
Ahora tengo 59 años y... no sé que pensar. Hace poco se denunciaron unos robos en la  "Casa cuna" , donde yo estuve durante nueve meses.
Solo un intante me permitieron ver a mi niña antes de que se lo la llevaran, de que la separaran de mí.
Cada día me acuerdo de ella, y me pregunto ¿está mi hija viva?



FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario