martes, 22 de noviembre de 2011

Patricia recrea a dos heroínas de las que no hemos vuelto a saber

Patricia nos recuerda el secuestro de dos cooperantes que ocurrió hace unas semanas. Por cierto, es increíble lo pronto que se olvidan las cosas ¿habéis oído algo últimamente sobre su paradero? En fin, nosotros, desde aquí queremos seguir recordando a tantas y tantas personas como ellas que ofrecen su tiempo libre o, incluso, su vida por ayudar a los demás.
Hasta siempre
Patricia Blanco Ongil
Estaba oscureciendo y ya casi no se podía ver. El campo de refugiados empezó a llenarse de miles de luces de las velas de cada cabaña. Mi compañera y yo, Neus, pusimos fin a un duro día de trabajo. Estábamos muy cansadas, por lo que comimos algo y nos fuimos a nuestra cabaña. No era muy amplia, tenía lo necesario: dos camas con una mesilla cada una, un pequeño escritorio, un armario no muy grande y un baño al que se accedía por una puerta, en el cual había un váter y un lavabo con un pequeño espejo. Nada de aquí en el campo de refugiados de Kenia era muy lujoso. Antes de dormirme, me lavé. Cuando acabé Neus ya se había dormido. Iba a meterme en la cama, cuando de repente oí un ruido procedente del exterior. Era muy extraño, todos a estas horas estarían durmiendo. Decidí salir a investigar. Cogí una vela, me abrigué y salí fuera a ver qué pasaba. Estaba echando un vistazo por los alrededores y escuché un grito. Era Neus. Fui corriendo a ayudarla. Al entrar en la habitación no estaba. Me giré y encontré ante mí un hombre fornido, alto, de pelo castaño con los ojos marrones. Antes de darme cuenta, me agarró y me desmayé. A lo mejor me sedó, no sé. Pero desde que le vi, no recuerdo nada. Hasta que me desperté con los rayos del sol que se colaban por la ventana de un cobertizo. A mi lado hallé a Neus que estaba atemorizada. Al girarme vi dos hombres, uno el que me cogió. El otro, un hombre alto, fornido, de ojos verdes y pelo claro, seguramente fue el que trajo aquí a Neus, porque no vi a nadie más. El hombre de pelo castaño estuvo haciendo guardia fuera toda la noche, mientras el otro nos vigilaba, no sé por qué, si estábamos atadas. A la mañana siguiente nos dieron algo de comer nada más despertarnos. Por lo menos no moriríamos de hambre. Pasó una semana y Neus estaba cansada de nuestra situación, quería escaparse. Intenté convencerla de que era una locura, pero no quiso escucharme. Me preguntó que si la acompañaba y yo le dije que no. Durante toda esta semana había conseguido una cuchilla no sé cómo, así que se cortó las cuerdas y cuando los dos hombres no estaban en el cobertizo, salió a la selva en busca de ayuda. Antes de irse me dijo:”Volveré, no voy a dejarte en este sitio”. Estaba muy preocupada por ella, en estos diez meses que llevábamos cooperando con Médicos Sin Fronteras, nos habíamos hecho muy amigas. Me puse muy nerviosa solo de pensar que podría pasarle algo. Para relajarme intenté dormir. Pero los gritos de Neus me despertaron. Al instante aparecieron los dos hombres con Neus arrastras. Mi corazón empezó a latir muy deprisa, por miedo a lo que la pudieran hacer por su imprudencia. El hombre de ojos verdes empezó a pegarle en la cara y en el estómago. Mientras el otro me sujetaba la cabeza para que viera lo que le estaban haciendo a mi amiga. Cuando por fin creía que iban a dejarla en paz, comenzó a quitarle la ropa. Y la violó. Solo podía oír los gritos de dolor de Neus. Me sentía fatal al no poder hacer nada por ella. Por lo que les supliqué que parasen. Al fin paró. El otro me soltó y corrí a abrazarla. No podía moverse, por lo que la cogí entre mis brazos como pude y la acuné, hasta que abrió los ojos y me dijo:”Siento mucho no haberte hecho caso, perdóname”. Con un gesto tranquilizador, me sonrió y se durmió. Su cuerpo estaba hecho polvo. Su vida corría peligro. Al amanecer, me desperté y encontré a Neus muy grave a mi lado. Los dos hombres habían desaparecido, no quedaba ninguna de sus pertenencias. Entonces me arrodillé junto a Neus para darle la buena noticia. Casi no respiraba, por lo que la tomé el pulso. Era muy débil. No sabía qué hacer. Salí fuera a pedir ayuda. Estuve como una hora pidiendo auxilio, y no obtuve ninguna respuesta. Así que regresé junto a Neus. Se había despertado. La cogí entre mis brazos y me dijo:”Ha sido un placer conocerte, Elsa”. Tras estas palabras, la luz de sus ojos se apagó para siempre. Cerré sus párpados a la vez que mis ojos se llenaron de lágrimas. Estuve sosteniéndola entre mis brazos un largo rato, hasta que oí el ruido de un helicóptero. No me moví de donde estaba. Seguía obnubilada llorando desconsolada abrazando el cuerpo inerte de Neus. Lo único que recuerdo es que estaba en el helicóptero con el cadáver de Neus. El piloto nos llevó al campo de refugiados. Allí cogimos un avión que nos trajo de vuelta a Madrid. No me separé de ella hasta que estuvimos en el tanatorio. Solo vino su marido, Ricardo, con su hija, Sofía. Le conté lo que habíamos pasado y me agradeció que hubiera estado con ella en todo momento. Al día siguiente volamos hasta Barcelona, su ciudad natal, donde estaban sus familiares y donde seguro querría ser enterrada. En su lápida hay escrito:” Te recordaremos por siempre, como la gran heroína que fuiste. Tu marido, tu hija, tus familiares y amigos no te olvidarán jamás”. Al acabar el funeral, Ricardo me pidió que le echara una mano con Sofía durante una temporada. Yo acepté encantada. Tenía que ayudarles. No podía hacer otra cosa. Al final me trasladé a Barcelona a vivir con mi novio. Ahora mismo estoy en el hospital. Acabo de tener una niña preciosa a la que le he puesto de nombre Neus.



                                                         
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jueves, 10 de noviembre de 2011

DOS BUENAS NOTICIAS PARA RESPIRAR UN POCO

Necesitamos respirar un poco y creer que hay cosas buenas que ocurren a nuestro alrededor. Hace unos días los alumnos de 1º me decían: "Profe, los cuentos que estamos escribiendo son terribles ¿es qué no pasa nada bueno en el muno?" Buscando, buscando hoy he descubierto estas dos noticias que nos pueden dar pie para escribir cuentos que nos hagan confiar un poco más en la Humanidad.
Os dejo los enlaces para que las podáis leer e inspiraros.
http://www.larioja.com/v/20111110/espana/parada-tres-hijos-halla-20111110.html
http://www.eldiario24.com/nota/237436/video-dan-por-muerto-a-bebe-prematuro-y-lo-tiran-a-la-basura.html
También os añado otra noticia difundida hoy que nos habla de la lucha heroica de Jorge, un padre argentino, que ha estado durante 7años inventando sistemas que pudieran hacer que su hijo, Ivo, paralítico cerebral de nacimiento, pudiera andar. ¡Lo ha conseguido!
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domingo, 6 de noviembre de 2011

EL MUNDO ES UNA JUNGLA

Hace unos días nos horrorizamos con las imágenes de un brutal atropello múltiple de una niña en China y de la indiferencia de un montón de personas que pasaron a su lado. Imágenes como estas nos hacen dudar de la especie humana.Ha habido otras imágenes parecidas en los últimos días, también en China una mujer que caía de un puente sobre una autopista no era ayuda por NADIE, o en nuestra más próxima M-30, los ocupantes de dos coches atacaban salvajemente a los viajeros de otro ante la pasividad de un montón de automovilistas. SÓLO PODEMOS CONFIAR EN QUE LOS JÓVENES PODAMOS NO IMITAR ESTAS ACCIONES QUE SIN DUDA HACEN DEL MUNDO UNA JUNGLA.
Laura y Ana, impresionadas por la imagen de la niña china han escrito estas conmovedoras historias.
EL MAL DEL DESTINO
Laura Cano
Era una mañana cuando me dijeron que Yin-Yu iba a nacer. En mi familia todos estaban enojados conmigo, porque aún no me había casado.
Al padre le conocí con diecisiete años, y ahora hubiera preferido que no ocurriera. Trabajaba con mi padre en la fábrica de madera, los dos eran muy amigos y todo iba bien hasta que ocurrió lo que no debía...me enamoré de ShangFy. Él era un hombre sin preocupaciones, tendría unos treinta y cinco años y para mí representaba aquel espíritu de rebeldía que yo tanto ansiaba. Tenía los ojos oscuros es pelo negro y la tez pálida y aterciopelada y un magnetismo adjunto con un misterio indescriptibles... iba de acá para allá viajaba, conocía y se dedicaba a asuntos turbios, era para mí todo un sueño, me imaginaba una vida con él... y cuando él se fijó en mí  todo era hermoso, era un delicado juego entre el amor y la desesperación que a ambos nos embargaba producida por la soledad. Pero con el tiempo me di cuenta que aquella fidelidad había dado paso a la desconfianza y el amor eterno, al odio, yo tan solo era su último paño de lágrimas. Aquella era una relación llena de lo que pudo ser y no fue, llena de demasiadas apariencias y pocos sentimientos, demasiados regalos caros y demasiados pocos te quiero unidos a su inquebrantable inexpresividad. Yo presentía que no era la única, que había alguien más, pero me resignaba a ver la verdad... Cuando mi bebé y el de ShangFy iba a nacer, mi familia se avergonzaba de mí, para ellos yo era una deshonra y como consecuencia de ello me obligaron a marcharme de casa. Le pedí  a Shang que reconociera a su hijo, pero no lo hizo,sino que se desentendió y por aparente pena me dio unas  pocas monedas con las que supuestamente debería mantenerme.
Pasaron los meses y fui a la casa de mi tía, ella me dijo que si tenía un niño ella se lo quedaría y lo cuidaría haciéndolo pasar por suyo con la condición de que yo no lo vería jamás. Acepté ya que era lo mejor que tenía hasta el momento, así que ella me cuidó hasta que el caprichoso destino decidió que  debería nacer una niña, lo que significaba una deshonra aún mayor y a las dos semanas me tuve que marchar. Al principio no sabía a dónde ir pero luego decidí que era hora de irse a la gran ciudad así que me marché con Yin-Yu.
 Me costaron mucho las primeras semanas hasta que encontré un trabajo y convencí a una prima de mi madre para que sin que se enterara mi familia, cuidara de mi hija las horas que pudiera, y con el tiempo me establecí e hice de aquello mi nuevo hogar. Y con mucho esfuerzo fuimos mejorando, Yin-Yu ya tenía una pequeña cama para ella sola e incluso una noche al mes bajábamos al bar a comer un tazón de arroz con algo de verduras hervidas y unos pocos fideos. Hace tres semanas celebramos el cumpleaños de Yin-Yu, le regalé una muñeca(la primera), de color azul que tenía unos botones morados y un vestido rojo, pero no le duró mucho tiempo, porque de nuevo el destino se interpuso cuando todo parecía ir bien.
Esa mañana le tocaba a la prima de mi madre, Shashi, cuidar de mi niña que esa mañana no quería que me fuera a trabajar. Shashi al parecer estaba preparando fideos y limpiando unos muebles y cuando se quiso dar cuenta Yin-Yu no estaba, se había ido. Yo mientras tanto había salido a tomar el aire en un pequeño descanso del restaurante occidental en el que trabajaba, estaba comprando unos dulces para mi hija cuando vi una niña pequeña de dos años siendo atropellada por un coche, y otro...la gente miraba pero nadie iba a socorrerla, me quedé fijamente mirando y reconocí con horror aquella muñeca de trapo azul con un vestido rojo y botones lilas  y enseguida crucé corriendo la transitada calle. Cuando llegué allí estaba su pequeño cuerpecito pálido sangrando, su vestido naranja estaba roto y no se distinguía el color rosado de sus mejillas. La llevé rápidamente a lo más parecido que había a un hospital y trataron de reanimarla, pero no había nada que hacer. Los días siguientes han sido los peores de mi vida. El martes pasado fuimos a enterrarla a un cementerio, no precisamente de ricos pero por lo menos es un buen lugar para descansar, a su entierro tan solo fuimos yo, Shashi y otras personas más que eran del barrio. He soportado lo peor que se puede soportar, la he visto morir ¿por qué tal injusticia para ella?, la he querido desde el día en que abrió los ojos hasta el día en que los cerró y no puedo seguir recordando su cuerpecito sin vida, su risa apagada, sus ojos cerrados...
Muñeca de trapo
Amanda Panero
Yo…yo sólo quería mi muñeca, lo recuerdo muy bien y pasó hace tantos años. Cada vez que veo esas cicatrices en mi abdomen me acuerdo de mi muñequita de trapo, con las mejillas sonrojadas y su pelo rubio de lana. Era mi favorita.
Estaba acompañando a mi madre al mercado, no me gustaba ir, pero no podía dejarme sola, con sólo dos años tenía que ser su sombra. Mi madre quería comprar frutas, asique dejamos el carro justo en los puestos de en frente. Cruzamos la pequeña calle que estaba bastante concurrida por coches, motos y vehículos que llevaban y traían productos y mi madre se dispuso a comprar en cuanto encontró un espacio entre la multitud que se encontraba frente al puesto.
Cuando me giré, la vi, sola, en el suelo, con su pelo de lana grisáceo gracias a los pisotones que había recibido al caerse.
Cuando me dispuse a salvar a mi preciosa muñeca, no sé cómo pasó, pero no llegué a donde ella estaba. Sentí un fuerte golpe en la cabeza y nada más ocurrió. Cuando abrí los ojos de nuevo, me encontraba en un charco de sangre, viendo a la gente pasar indiferente.  Yo clavaba mi mirada en sus ojos inseguros, pidiéndoles ayuda de alguna forma. Según una cámara de seguridad que grabó lo ocurrido, pasaron más de doce personas a mi lado y ninguna me prestó el más mínimo auxilio. Gracias a ellos, a esas personas que no me ayudaron, tengo varios problemas respiratorios graves.
Pero hoy día, puedo decir que creo en los ángeles guardianes. Cuando ya no me quedaban ni dos respiros de vida, una señora, una desconocida, se dio cuenta de mi situación. Esa mujer, a la que no se vio nunca más, es mi ángel de la guarda. Sé que va conmigo allá donde voy.
Yo sé donde se resguarda esa mujer, donde habita su bondad que me cuida. En mi muñeca de trapo. Lo sé porque cada vez que sostengo esa muñeca que aún conservo, puedo sentir la misma vida que me dio ese ángel cuando yo me estaba yendo.
No recuerdo la cara de esa mujer, ni en el vídeo de la cámara de seguridad se distingue, por eso sé, que ella es mi ángel. Me dio su caridad cuando yo… yo sólo quería salvar a mi muñeca.

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¿Esperanza?

Ana ha vivido de modo muy especial su infancia al lado de su padre, Guardia Civil, ante la noticia del cese de la lucha armada de la banda ha necesitado compartir con nosotros sus pensamientos:

EL FIN DE ETA
                          
Como hija de un miembro de la Guardia Civil, he de expresar mi indignación ante la sucesión de “privilegios” que se van a dar a los integrantes del entorno etarra, cuando se observa de una forma objetiva, que el comunicado que han hecho publico los miembros de la banda terrorista, ha sido justo unas pocas semanas antes de la celebración de las próximas elecciones generales.
Mi padre ingresó en la Guardia Civil en el año 1990,  cuando eran habituales los atentados contra sus compañeros, o miembros de la Policía Nacional, del Ejército, etc.
Aún hoy recuerdo como mi padre, cuando íbamos a subirnos en nuestro coche, siempre se agachaba para ver si veía algo extraño en los bajos del mismo, a mi siempre me decía “vaya, que torpe soy, se me han vuelto a caer las llaves”, cuando en realidad estaba buscando una bomba.
Siempre me decía que cuando llegase una carta a nuestra casa a su nombre, que no la abriéramos, que ya lo haría el, que yo no comentara a nadie a que se dedicaba.
Cuando conocíamos a alguien, nunca podía decir cual era su trabajo, vocacional por encima de todo.
Desde que ETA nació en 1958, han sesgado la vida de 858 personas, creo que es un largo rosario de sangre y dolor como para que ahora en un par de días quieran que todo quede olvidado, sin vencedores ni vencidos, bueno si, vencedores ellos, como si no hubiese muerto ninguna de esas personas.
Unas personas que no se sienten españolas, que reniegan de su país, creo que no deben tener los privilegios que están solicitando.
Todo el mundo puede luchar por sus derechos, pero no a costa de la vida de los demás ni imponiendo chantajes o condiciones inasumibles por un Gobierno, por muchos votos que le puedan costar de cara a unas próximas elecciones.       
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lunes, 24 de octubre de 2011

¿GALARDÓN A LA CASA CUNA DE VALENCIA?

Hace un par de semanas supimos con cierto asombro que el gobierno Valenciano había otorgado un galardón a una institución que había estado vinculada a algún caso de trobo de bebés en la década de los 50. SARA ORTIZ CUELLAR ha querido recrear el horror sufrido por los padres de una de esas niños.

Casa Cuna
Sara Ortiz

Aún lo recuerdo como si fuera ayer. La forma en la que mi hija, Lucía, me miraba por última vez antes de que se la llevaran a quien sabe qué.
Todo comenzó en 1968. Yo solo tenia dieciseís años, cuando cometí un error enorme, aunque  ese sentimiento cambiara con el tiempo. Quedé embarazada. Sinceramente, no sé cómo llegué a esa situación, no sé que se me pasaría por la cabeza. Supongo que era joven y no tenía en cuenta las consecuencias de cualquien descuido. Así que cuando no tuve más remedio que decirselo a mis padres, me convertí, en la peor hija, adolescente y persona que podía existir (según mis padres y, a veces, según yo mismo).
Solo unos instantes, unos segundos insignificantes marcaron mi vida por completo.
No volví a ver mi casa, ni a mis amigos ni a nadie, cuando mis padres me llevaron  la "Casa Cuna" situada en Valencia a pocos kilometros de donde yo vivía. Aquel sitio se suponía que era un refugio para chicas que habían sufrudo el mismo "problema" que yo. Aún recuerdo la mirada de mis padres al dejarme allí, se podía ver claramente el desprecio en sus ojos.
Aunque no eran los únicos en mirar de esa manera, todas las monjas de la Casa Cuna sentían un desprecio terrible a cada una de las chicas que estabamos allí. Nos trataban como trapos sucios.
Permanecí encerrada en ese lugar los nueve meses que permaneció mi hija en mi vientre. En ese tiempo conocí a personas maravillosas, chicas que tenían muchos conocimientos o grandes talentos. Chicas que tenían sueños, pero que según algunas estaban perdidos.
Yo, al principio, tambien llegué a pensar eso pero creo que tener un niño y tener una vida por delante puede ser de los mayores retos de tu vida y también de los mas bonitos.
La verdad, puedo decir con toda seguridad, que pasé los mejores días de mi vida, allí (sin contar con el nacimiento de mi hija). Lo peor era cuando alguna daba a luz. Algunas morían, otras enfermaban y con ellas su bebé. Al menos era eso lo que nos decian las monjas ya que no volvíamos a ver a ninguna de las chicas. Así que, poco a poco, fui perdiendo amigas.
Ya pasados los nueve meses, el día que rompí aguas y sentia que ya venía mi hija, noté una gran tristeza en mi interior. Se acababa todo y no sabía lo que me esperaba. Solo estaba mi hija, mi gran consuelo. No quería separarme de ella por nada del mundo, sentía que la amaba con todas mis fuerzas ahora que estaba en el mundo. Era mi niña, solo mía.
El parto fue muy duro, terriblemente doloroso, ya que mi bebé se quedó sin oxígeno durante un instante. Apenas recuerdo nada; recuerdo no oír el llanto de mi hija y sentir una gran presión en el pecho. Recuerdo un mareo perturvador ocasionado por el dolor. Y recuerdo todas y cada una de las letras de aquella frase que me destrozó: una de las enfermeras avisándome de que mi hija había fallecido...
Ahora tengo 59 años y... no sé que pensar. Hace poco se denunciaron unos robos en la  "Casa cuna" , donde yo estuve durante nueve meses.
Solo un intante me permitieron ver a mi niña antes de que se lo la llevaran, de que la separaran de mí.
Cada día me acuerdo de ella, y me pregunto ¿está mi hija viva?



FIN
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miércoles, 19 de octubre de 2011

ESTRENAMOS TEXTO DE LOS COMPAÑEROS DE 1º. ¡ÁNIMO!

Javier González de 1º ESO A ha querido dar una versión suave de la terrible noticia que nos estremece desde hace dos semanas: la desaparición de dos pequeños cordobeses en extrañas circunstancias. Es tan dura la realidad a veces que el cerebro humano intenta desdramatizarla para no sumirse en la más terrible de las desesperanzas.
Solo podemos desear desde aquí que los pequeños aparezcan cuanto antes. ¡Nos acordamos de vosotros!

LOS NIÑOS PERDIDOS
JAVIER GONZÁLEZ (1º eso A)

Érase dos niños que a pesar de que sus padres estuvieran divorciados, eran felices.
Un día que le tocaba a su padre cuidarlos, este les secuestró y les metió en una especie de cabina telefónica insonorizada a la que le había roto la cerradura y tintado los cristales para que no se les viera.
La policía interrogaba al padre hasta que, en la oficina de policía, sonó el teléfono:
-Diga- dijo el policía con una voz que intimidaría hasta a una piedra-.
-Estamos en la Calle de La Cárcel en…- se cortó la línea telefónica pero unos segundos de silencio  aterrorizantes  después  prosiguió- …cabina… …oscuro… ...encerrados… …no aire… …no comida… …no aguantaremos…- se cortó definitivamente.
El policía cogió una maleta del tamaño de un ordenador y salió de la habitación con paso firme pero rápido. Entonces el padre de los niños saltó por la ventana a por los niños a cambiarlos de sitio antes de que llegara el policía.
Cuando llegaron las fuerzas de orden público se encontraron con el panorama de la puerta de la cabina abierta y el padre estrangulando cruelmente al niño de seis años mientras el de dos mordía la oreja a su padre como un poseso.
Viendo esto, ¿QUIÉN NO SE QUEDA ALUCINADO?
Al padre se le quedó la oreja taladrada de por vida.
El niño mayor tuvo nuevas articulaciones por todo el cuerpo.
Y al niño pequeño  se le empezó a mover el diente.
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martes, 18 de octubre de 2011

LAURA CANO recuerda a Steve Jobs

La noticia de la muerte del genio cibernético ha impactado a muchos. Laura recrea la vida del genio de Apple poniéndose en su piel.
ÚLTIMOS MOMENTOS DE UN SOÑADOR
Laura Cano (4º B)
Aún recuerdo con cariño aquellos años de infancia, de ilusiones, de esperanzas...aquellos años en los que te comías el mundo a cada paso que dabas...
Me crié sin muchas posibilidades, mi padre y mi madre me abandonaron y siempre fui de casa en casa como una abeja va de flor en flor. La primera vez que tomé contacto con un ordenador fue cuando tenía doce años. En el instituto me empezó a gustar la tecnología e incluso hacía algunas actividades que me ayudaban a aprender. En el instituto yo era el típico pringado informático  marginado y casi siempre solitario al que le gustaba  la tecnología, y todos  pensaban aunque no dijeran  que era un negado que no lograría nunca nada. Pero incluso en el instituto encontré buenos amigos que me  apoyaron;  Phil, Carl Y Cathy, eran buenos amigos, e hicieron que aquellos años se pasaran más rápido y que a su lado nada importara y que todo fuera como un caramelo de miel.
 Me viene a la mente ahora el primer ordenador que creé junto con mi mejor amigo y tocayo Steve; dejé los estudios, fue la mejor decisión que pude tomar porque a partir de ahí todo fue mejor. Dormía en casa de mis amigos y realmente no añoraba ningún hogar ya que  estaba acostumbrado;  vivía de la venta de botellas y me sentía como un hippie, por aquellos años también estaba Lexis, aquella chica canadiense por la que yo sentía un cierto afecto aún no comprendido y de la que no volví a saber nada después. Siempre recordaré sus ojos verdes mirándome con aquella inquietud que siempre transmitía. La llamábamos Lexis, no sabíamos exactamente por qué, pero le llamábamos así, aunque creo que su nombre auténtico era Samantha. Daba clases particulares de filosofía, lengua, griego y alemán, y era lo contrario a mí, le gustaba salir...y ... era de letras ...el primer amor no se olvida...
 A los 26, yo ya era un multimillonario junto con mi socio y mejor amigo. Pero no todo en la creación de un ordenador es fácil,... nos llevó mucho tiempo, además Steve era de carácter fuerte y  solíamos tener diferencias pero siempre lo arreglábamos encargando una pizza el uno para el otro, yo siempre la cogía de queso y él de peperonni.
Cuando fundamos "Apple"(nombre derivado de mi fruta favorita y símbolo de mis adorados Beatles )nos sentimos como unos padres que acababan de ver nacer a su hijo, con los primeros ordenadores de la marca y los primeros softwares...A los diez años  me despidieron de Apple y después de trabajar en películas como "Toy Story" o "Buscando a Nemo" volví para quedarme a pesar de que mi sueldo diario durante un  tiempo fue de un dólar al día...Pero para entonces yo no sabía el efecto y el alcance mundial que tendría Apple con la creación de los "IPhone, IPad, IPod... En ningún momento me interesó el dinero, como nunca lo había tenido...no me preocupaba. Si hay algo que lamento de mi vida es que quizás haya sido muy exigente, quizás no fui un jefe de buen carácter...pero supongo que tan solo buscaba la perfección y en parte mi  vida ha influido en mi manera de ser...Hace unos años me diagnosticaron cáncer de páncreas, fue un gran shock para mí pero eso no ha impedido que yo siga produciendo y creando nuevas tecnologías. Me alegro de haber hecho que la gente se sienta mejor  y de haber cambiado las vidas de muchas personas, espero que a ellos les haya servido de lo mismo de lo que me sirvió a mí... y al final voy a tener razón en la frase que me acompañará: "Vive cada día como si fuera el último, porque algún día llevarás razón"

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lunes, 10 de octubre de 2011

El 3 y 4 de octubre estrenamos el mes con una noticia que nos inspiró cuentos tiernos pero muy muy tristes.

Fue muy difícil elegir un cuento de los muchos que nos inspiró la terrible noticia de una madre, a punto de dar a luz, que es tiroteada sin que exista una razón que pueda explicar el drama. Su bebé fue traído al mundo después de su muerte pero un día después le siguió en el fatal desenlace. Yuliana nos conmovio son su historia.

Ángel
Yuliana Arratea Martín (4º A)
La tristeza acabará con mi corazón...Recuerdo un día en particular que cambió realmente mi vida y marcó un antes y un después en mi ser.

Toda mi vida he sido una persona a la que sólo le importaba sí mismo, vivía para el trabajo, lo que pasase a mi alrededor me daba igual siempre y cuando no se interpusiese en mi camino, pero esto cambió el día que comprendí por qué había venido al mundo.
Serían las ocho de la tarde, el sol se despedía tras habernos iluminado con su cálida luz y la luna aparecía tímidamente en el firmamento…
no soy una persona muy creyente, pero accedí a acompañar a mi madre a la iglesia, para según  ella “limpiar mi alma”.
Mientras esperábamos al sacerdote, irrumpió en la iglesia un hombre de ropa raída, estatura media, mirada perdida, con odio en los ojos, consumido por sí mismo. Recorrió el pasadizo con ligeros pasos. Con la cabeza agachada, mirando al suelo, y sin articular palabra alguna se quitó la cazadora de marca desquebrajada y oliendo a licor, y la dejó caer. En su cintura poseía la muerte. Recuerdo que mis latidos se detuvieron durante varios segundos en los que sólo tuve miedo. Cogió aquella pistola y alzándola lentamente apuntó a una mujer inocente escondida entre las sombras. No dejaba de llorar y apenas podía hablar…pedía compasión por su alma, arrodillada ante él. En su mirada se reflejaba  tanto miedo que hasta la misma muerte huiría.
Sin más lugar a donde ir, esperó a que esa sombra desfigurada decidiese su destino. Hizo todo lo posible por salvarse pero él sujetó firmemente el arma y sin remordimientos apretó el gatillo…
Tras un estruendo se hizo el silencio. Todos estaban conmocionados, aún así nadie movió ni un dedo para ayudarla. El vacío se vio interrumpido por el grito de agonía de la madre de la mujer que yacía inconsciente, aquel extraño ser giró lentamente y sin dudarlo volvió a apretar el gatillo.
Súbitamente la mirada de odio que llevaba se disolvió, observó los cadáveres tendidos en el suelo y echó a correr despavorido. Abrió la puerta y tras cerrarla, unos segundos después, se oyó un disparo. Fue incapaz de asumir sus actos, se suicidó.
Atónito por todo lo que estaba pasando ante mis ojos, cogí el móvil y llamé a emergencias. Corrí hacia ellas para intentar socorrerlas. Tras unos minutos de espera, puerta tallada de madera barnizada, volvió a abrirse, esta vez entraba la esperanza. Una de las víctimas estaba embarazada, no pudieron hacer nada por ella ni por su madre, pero todavía quedaba luz para aquel pequeño que se encontraba en vientre.
-Tenemos que salvar a este niño cueste lo que cueste - decía el sanitario mientras profanaba el cuerpo de la madre para darle la vida a su pequeño.
Aquel  lugar lleno de tristeza se convirtió en un templo de armonía al ver al niño nacer. Sin tardar, se lo llevaron al hospital unas calles más abajo.
Horas después, aparecía en las noticias de toda la ciudad lo que había sucedido en la iglesia. El asesino no era un vagabundo, ni mucho menos, era un importante hombre de negocios que había perdido el juicio tras una vida llena de altibajos profesionales…Al escuchar esto reflexioné acerca de lo que estaba haciendo con mi vida, me di cuenta de que iba por el mismo camino, todo lo que tenía era material, mi trabajo ocupaba todo mi tiempo, apenas veía a mi madre que era toda mi familia, era la única a la que no había alejado del todo de mí.
En ese momento apagué el televisor y por primera vez hice algo que me dictaba el corazón, me puse en contacto con los sanitarios para saber el estado del bebé, quería hacerme cargo de ese indefenso ser, sabía que no iba a ser fácil pero necesitaba hacerlo, no tenía a nadie en el mundo, igual que yo.
Fue muy complicado pero después de una lucha constante pude hacerme con su custodia, por fin mi dinero había servido para algo útil.
Nunca me había hecho cargo de nadie, ni de mí mismo, por lo que pedí ayuda a mi madre para poder criarlo.
Lo llamé Ángel, porque me salvó, me dio una verdadera razón por la que vivir, él.
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El 19 de septiembre nos despertamos con el miedo al "impacto final". PAULA BENAVIDES nos lo contó.

Supuestamente, el 23 de septiembre impactarían contra la tierra los restos del satélite UARS. A Paula la noticia le recordó a la angustiosa película Impacto final y escribió este cuento de inspiración muy neoyorkina.

Una Noticia Inesperada
 Paula Benavides (4º C)
Aquella mañana me desperté temprano. Eran las 7:30 a.m. de un sábado normal como otro cualquiera, un día de descanso para nosotros, los estudiantes. Me levanté de la cama cuando los primeros rayos de Sol atravesaron la cortina de mi habitación, miré por la ventana, pero no vi nada nuevo… todo seguía igual. Un montón de edificios se erguían ante mí como gigantes que intentan invadir el mundo, mientras todos aquellos taxis amarillos circulaban por la calles y avenidas de nuestra querida ciudad, Nueva York. Las farolas de las aceras comenzaban a apagarse para dar paso al nuevo día que empezaba, mientras la gente salía apresurada de sus casas para ir a trabajar.
Yo seguí mi rutina de cada día, salí de la habitación y me dirigí al baño para asearme. Cuando terminé, bajé las escaleras y encendí la televisión da la cocina para escuchar las noticias matinales y una me llamó especialmente la atención:
“La madrugada del Sábado 24 de Septiembre impactó contra la Tierra un satélite de la NASA, el Upper Atmosphere Research Satellite (UARS), enviado al espacio en 1991 para recopilar datos atmosféricos. Este astro artificial colisionó contra la corteza terrestre a miles de kilómetros hora, por lo que solo llegaron trozos de este gran artefacto de 6 toneladas y se dispersaron a lo largo de 800 km de longitud en el Océano Pacífico. Los científicos de la NASA no saben a ciencia cierta donde ha impactado el satélite y probablemente nunca lo sepan, pues los cálculos no son exactos. Por suerte no se han producido daños ni altercados y nadie ha resultado herido”.
Esa noticia había conseguido llamar mi atención y no sabía exactamente por qué, pues era una noticia como otra cualquiera. Quizás el simple hecho de que algo hubiese caído del espacio me atraía, no es algo que pasase todos los días… pero sin embargo, no le di mayor importancia y seguí con mi rutina. Me preparé el desayuno, le di de comer y beber al perro, arreglé un poco la casa y dispuse todas mis cosas para salir a hacer footing, como hacía cada sábado. Solía ir cada fin de semana a la playa para descansar, airearme un poco y pensar. Y eso hice…
Llegué a la costa sobre las 11:00 a.m. y comencé a correr por la orilla del  mar  mientras el agua tibia mojaba mis pies. Debía de haber corrido ya uno o dos kilómetros cuando observé que entre unas palmeras había un pedazo de metal tan grande y voluminoso como un coche de tamaño medio. Me acerqué (pues me comía la curiosidad) y con asombro descubrí que aquello parecía ser una de las partes del satélite que había alcanzado la Tierra durante la madrugada. No quería tocarlo por miedo a lo que pudiese pasar, pero algo dentro de mí me decía que tenía que hacerlo. Me acerqué con cuidado para no cortarme, pues la arena estaba llena de pequeños trocitos de metal puntiagudo que se clavaban en la planta de los pies, mientras observaba aquel artefacto con detenimiento. Abrí un pequeño compartimento que parecía haber “sobrevivido” a la colisión (pues estaba intacto) y dentro encontré una larga hoja con datos y números cifrados. Por otra parte, también había otra hoja en la que se veía la lectura de movimientos en el espacio, como el de los terremotos. Por último encontré fotos de agujeros negros, estrellas y nebulosas de gran tamaño y luminosidad, una bendición para la vista. Pensé que todo aquello debería ser devuelto a sus dueños, los científicos de la NASA, ya que ellos sabrían descifrar todos aquellos enigmas. Cogí todo el material que pude y salí corriendo de allí, de vuelta al coche. Llamé al teléfono de contacto de la Nacional (que previamente había buscado), les conté todo lo que había visto y les dije la posición exacta del resto que acababa de encontrar. El científico con el que me habían pasado permaneció un largo rato en silencio y finalmente me dijo: “Muchas gracias por su información. Si fuese tan amable de venir a traernos las pruebas que ha encontrado sería de gran ayuda, e incluso le pagaremos por las molestias”. Sin pensármelo dos veces acepté, ya que uno de mis sueños era ver un laboratorio científico por dentro, contemplar una nave espacial de cerca… y allí me fui, sin perder un segundo.

Volé en un avión privado que me llevó directamente a sus instalaciones, en Cabo Cañaveral, donde me esperaba un equipo de investigadores. Casi sin darnos tiempo para presentaciones, me llevaron a una gran sala  llena de ordenadores donde había, como poco, mil personas en bata blanca corriendo de un lado a otro. Aquello era un caos total, se chocaban unos contra otros, volaban documentos, se derramaban cafés… no parecía en absoluto un equipo de profesionales. Pero todo ese desastre tenía una explicación: el hombre que allí mandaba me explicó que los documentos que portaba el UARS eran de vital importancia para la salvación de la humanidad, pues la Tierra iba a ser absorbida por un gran agujero negro que llevaba creciendo desde 1990. Yo me quedé blanca como el papel cuando oí lo que me dijo. Al Mundo le quedaban escasos meses de existencia según había escuchado a unos ayudantes. No sabía que pensar, así que me fui a una sala aparte para dar orden a mis pensamientos y sentimientos que en aquel momento habían aflorado de manera descomunal.
Eran las 11:30 p.m. cuando uno de los investigadores me despertó. Con todo aquel alboroto y la noticia tan inesperada que me dijeron, me había desmayado. Para mi desgracia, la sorpresa que me tenían preparada era todavía peor: la Tierra iba a desaparecer en cuestión de horas, pues un aumento de la radiación solar hizo que el agujero creciese a mayor velocidad. No había salvación, la vida terrestre estaba condenada a la extinción, y lo peor era que nadie lo sabía. Yo no podría despedirme de mi familia, ya que el “Apocalipsis” (como fue llamada la operación) era inminente. Me desesperé, y opté por lo que para mí era la mejor opción: encontré un poco de cloroformo en un armario del laboratorio y lo eché en un paño. La mejor forma de morir es sin dolor, y dormida no sentiría nada. Despacio, me acerqué el trapo a la cara mientras recordaba lo que había sido para mí la vida, un sinfín de penas y alegrías que después de todo hacen que vivir sea una experiencia única. Pero todo acabó, me tapé la nariz, inspiré el cloroformo y me dejé llevar…
… por lo menos, había sido Feliz.
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Empezamos con una noticia sorprendente transformada en cuento por SARA GARCÍA DEL CAÑO

La tercera semana de septiembre nos enteramos de la huida de un preso aprovechando que en su prisión estaban desarrollando un curso de cine. Esto es lo que nos cuenta Sara, podría ser un guión de una gran película (no os lo perdáis).
                            
      Libertad Amada...
Sara García del Caño (4º B)

      A sus diecinueve años y tumbada en el áspero colchón de su celda miraba el techo con los ojos hinchados de tanto llorar. La sirena del desayuno sonó. Libertad se incorporó y se vistió. Salió de su celda arrastrando los pies. Hacía tres días que la habían condenado a diez años de cárcel. Lo recordaba perfectamente, en la cama, en la comida, en la ducha... esa cara no se le olvidaría jamás; Ana, su mejor amiga, asesinada en la calle cruelmente con 14 puñaladas. Esa noche ella y Ana habían quedado en la antigua parada de autobús para reconciliarse de una fuerte pelea de días atrás, pero cuando ella llegó ya era demasiado tarde, su amiga estaba en el suelo rodeada de un charco de sangre, con un puñal clavado en el abdomen. En ese momento a Libertad le golpeó un sentimiento de horror absoluto. Y no pudo evitar correr hacia su amiga, arrancarle el puñal y estrecharla contra sus brazos. Se quedó así toda la noche, hasta que amaneció y el primer transeúnte que pasó llamó a la policía. Todas las pruebas apuntaban a ella, huellas en el puñal, la pelea que habían tenido... todo. Pero Libertad sabía perfectamente que no había sido ella.
     
      Después de desayunar caminó hacia el patio junto a otras chicas, y de pronto una mirada verde hierba se cruzó con la suya, la más bonita que había visto nunca, un chico de unos veinte años, cruzó el pasillo en dirección opuesta. Libertad no le había visto nunca en la cárcel, quizás sería algún familiar que venía de visita, pero le extrañó, ya que a esa zona no tienen acceso las visitas. Cuando salieron al patio dos de las carceleras que llevaban a su grupo les ordenaron sentarse en un banco.
  –Hoy haremos algo distinto a otros días.– Comenzó una–Haréis un cursillo de cine durante cuatro días, y si os portáis bien, luego podréis filmar una película en exteriores.–De pronto apareció el extraño chico del pasillo.–Él será vuestro profesor, se llama Christofer Daniels.
  –Hola–saludó el profesor con una preciosa sonrisa–podéis llamarme Chris.
De aquí a una semana seré vuestro profesor. Aprenderéis todo sobre el cine y al final podréis filmar una película. Bien, empezaremos hoy. Decidme vuestros nombres.
Todas las chicas empezaron a decir sus nombres, algunas soltaban algún  piropo al chico acompañado de una colleja de una de las carceleras. Cuando le llego el turno a Libertad no dijo nada.
  –Es Libertad, nueva, no ha hablado todavía desde que llegó.–dijo una carcelera.
El chico clavó sus ojos en los de Libertad e hizo que esta se estremeciera. Cuando hubieron terminado las presentaciones comenzó la primera clase. Chris hablaba mucho como si todo lo que estaba diciendo e iba a decir le apasionara; Libertad no escuchaba nada ni a nadie, miraba hacia abajo, cuando una mano tocó su hombro, se sobresaltó.
  –¿Estás bien?–preguntó Chris descubriendo un par de lagrimas que se deslizaban por las mejillas de Libertad.
Ella asintió y retiró la mano de Chris de su hombro y volvió a mirar hacia abajo. La clase siguió otra hora más, hasta que la sirena del tiempo libre sonó y todas las presas se levantaron deprisa y se desperdigaron por el patio. Libertad se levantó del banco y comenzó a andar hacia el rinconcito verde en el que pasaba el tiempo sin hacer nada. Se sentó, cerró los ojos y rozó sus dedos en la hierba que aún estaba mojada por el roció. Una voz familiar le hizo abrir los ojos.
  –Libertad... Un nombre demasiado bonito para que esté preso en una cárcel, ¿No crees?–pregunto Chris.
  –Sí–respondió ella incorporándose y echando a andar.
  –Espera–dijo el chico agarrándole del brazo.–¿Por qué?
  –No tengo ganas de hablar de eso, yo no fui–le dijo mirándole a los ojos, se chafó del brazo y se fue.

     
      Ese día, en su cama, fue la única noche que no pudo dormir por otra cosa que no fuera el horrible suceso de Ana. La mirada verde de Chris se colaba entre sus pensamientos sin dejarla conciliar el sueño, al fin se quedó dormida. La sirena de las ocho en punto la despertó, se vistió rápidamente, había sido la primera noche que no había derramado ni una sola lágrima, se lavó la cara y salió de su celda en dirección al comedor. A la media hora salieron al patio donde ya esperaba Chris. El profesor comenzó  a hablar. Pero hoy era distinto para Libertad, se fijaba en el chico, sus movimientos, sus palabras … en aquel momento Libertad no solo se dio cuenta de que le gustaba el cine, sino de que se había enamorado. La sirena sonó indicando que el tiempo libre comenzaba. Libertad se puso de pie, comenzó a andar hacia su rincón de hierba y se sentó. A lo lejos Chris terminó de hablar con la carcelera y caminó en su dirección. Libertad empezó a ponerse nerviosa. El chico llegó y se sentó a su lado.
  –La carcelera me ha contado porque estás aquí–dijo Chris.
Los ojos de Libertad se llenaron de lágrimas.
  –Yo no fui...
  –Te creo–respondió el profesor para sorpresa de la chica.
Libertad le miró sorprendida a la vez que una lágrima resbaló por su mejilla.
  –Pues eres el primero.
  –Lo dudo–dijo Chris–Es difícil creer que tu hayas podido hacer algo así.
  –Sí, pero ahora estoy aquí, y eso no lo puede cambiar nadie.
  –Quien sabe...
Libertad le miró extrañada. Se produjo un largo silencio.
  –Gracias–dijo Libertad
  –¿Por qué?
  –Porque hoy ha sido la primera noche que he pasado pensando en alguien que no fuese Ana.
La sirena de la comida sonó. Chris sonrió
  –Me tengo que ir, mañana te veo–dijo Libertad, y salió corriendo.
     
       Al día siguiente Chris llegó tarde.
  –Siento llegar tarde, he tenido algunos problemas de tráfico.
Cuando la clase finalizó Libertad fue a su rincón seguida de Chris
  –Oye, ¿Por qué me sigues hasta aquí todos los días?–preguntó la chica.
  –No lo sé, no quiero que estés triste y sola.
  –Ah, ¿Te preocupas por mí?–preguntó Libertad divertida.
  –Supongo que sí–respondió el chico con una sonrisa.–Por cierto, ya solo queda un día de clase. Y en el cortometraje que gravaremos he decidido que tú seas la protagonista.
  –¿Por qué?
  –Mañana después de la clase te lo explico. Pero tienes que hacerme caso en lo que te diga. Quiero ayudarte, ¿De acuerdo?
  –Sí–dijo la chica extrañada
  –Adiós, tengo que irme–dijo el profesor.
      Esa noche en su cama, Libertad pensaba y pensaba en lo que le había dicho Chris, “Quiero ayudarte” ¿Qué significaría? Y ¿Por qué iba a ser ella la protagonista? Con todas esas dudas flotando en su cabeza, se quedó dormida.
Los rayos de sol que se filtraban por la ventana del techo despertaron a Libertad minutos antes de que sonara la sirena. Se sentía entusiasmada, a la vez que preocupada por lo que Chris le dijo el día anterior

      –Bien–comenzó a decir una de las carceleras–hoy vamos a grabar un corto, y lo haremos fuera de las verjas de la prisión, por si a caso, hay guardias en los rededores, la más mínima tontería y seréis castigadas, ¿Entendido?
El grupo salió de la cárcel en dirección al frondoso bosque.
-¿Estás lista?–dijo Chris en un susurro al oído de Libertad.
  –¿Para qué?
  –Te voy a sacar de aquí
¡¿Qué?!-se sobresaltó Libertad
  –Baja la voz.
  –¿ Por qué haces esto, Chris?
  –Porque tú no mereces esto, no mereces estar aquí. Y porque... me he enamorado de ti–contestó Chris para sorpresa de Libertad.
Entonces, inesperadamente los labios de Chris se unieron a los de Libertad por unos segundos que a ambos les parecieron eternos.
  –Escúchame–dijo el chico–tu papel será el de una chica que corre por el bosque perseguida por un asesino. Hay guardias en todos los puntos, menos en el río, cruza nadando, en la otra orilla hay un camino y un coche con mantas y ropa seca, cámbiate y espera allí, yo iré lo antes posible, intentare despistar a los guardias, ¿Entendido?
  –¿Pero y si no lo consigo?–pregunto Libertad con los ojos mojados.
  –Lo conseguirás–dijo Chris con una tierna sonrisa.

      –Bien, aquí es suficiente–dijo el profesor llegando a un claro en el bosque.–Libertad correrá a través del bosque, y una de vosotras, que será el asesino, le perseguirá a mi señal–el chico colocó la cámara–Bien, Libertad empieza a correr hacia allí.
Libertad comenzó a correr con todas sus fuerzas en la dirección en que le había indicado el chico. Las ramas golpeaban su cara, pero no le importaba, de pronto oyó la señal del chico, para que el “asesino” comenzara a correr. La chica llegó a la orilla del río y se metió con cuidado para no hacer ruido, nadó lo más discreta y rápidamente que pudo, hasta que alcanzó la otra orilla. Corrió otro trecho hasta que avistó un camino, y en él un Renault gris esperaba con una puerta abierta. Libertad no sentía ni las manos ni los pies, y los labios se le estaban poniendo morados. Cogió una camiseta y unos vaqueros que encontró en el asiento trasero. Se cambió de ropa y esperó, esperó y esperó. Cuando empezaba a pensar que la vida se la estaba jugando otra vez, unos arbustos del lado izquierdo del coche comenzaron a moverse, y Chris apareció de entre la maleza, corrió y se subió al coche. La besó.
  –¿Cómo estás?
  –Congelada–respondió Libertad tiritando.
El chico cogió dos mantas del asiento trasero, cubrió a la chica y arrancó el coche.
   –Por cierto–dijo Libertad sonriendo–yo también me he enamorado de ti.                               

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¡Bienvenidos a la aventura de ver la vida de otra manera!

Este blog está dedicado a todos aquellos que quieran acercarse a la realidad con las gafas del ingenio, la creatividad y la imaginacion.
El mundo anda revuelto. Asomarse a las noticias cotidianas requiere una dosis importante de valentía y equilibrio personal porque, ahora más que nunca, la ingestión de actualidad puede provocar todo tipo de contraindicaciones con de-: ´desazón, desánimo, desesperanza, depresión...
Un grupo de fantásticos alumnos y alumnas de 4º y 1º de ESO del INSTITUTO SAN ISIDRO DE AZQUECA DE HENARES han decidido acariciar la realidad "de otra manera". A partir de las dos o tres noticias que más han llamado la atención de cada semana se sumergen en uno de los procesos más mágicos y constructivos que puede vivir el ser humano: reinventar la realidad.
Para ello, han puesto en funcionamiento su imaginación y se han conjurado para crear semana a semana un "semanario alternativo" que cuente las noticias ocurridas en clave mágica de cuento. Los resultados están siendo alucinantes, gérmenes de lo que pueden ser en el futuro auténticas novelas o guiones cinematográficos están naciendo de sus plumas; porque ¿quién dijo que la realidad no podía superar a la ficción?
Mientras los alumnos de 1º ilustrarán algunas de estas noticias.
Desde aquí, sus profesoras de Lengua y Plástica les animamos a que continúen y les felicitamos por la extraordinaria aventura que están comenzando a vivir.
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